Parece que a esta cerdo masajista se le ocurrió la idea de masturbar a su clienta en cuanto vio a la guapa mulata que se le tumbaba en la camilla. Y es que no tardó mucho en irse a por su coño, el disimular dando un masaje en la espalda le duró poco. Pronto le dijo que se diera la vuelta, y en un segundo le había quitado las bragas y dejado su chocho al aire. Ahí no tuvo piedad, aplicó los dedos con toda la habilidad que le habían dado sus años de profesión como masajista; y cuando sintió los dedos mojados  por la corrida femenina, agarró su polla para dejar su acabada en la boca de la chica.