Ya le advirtieron a esta rubia madurita que a su edad iba a ser complicado seguir en el mercado laboral; lo cual es ridículo, porque esta cuarentona solo puede ofrecer su basta experiencia como asistente ejecutiva. Sin embargo, tras varias entrevistas de trabajo vio que tenían razón, pues no hacían más que despedirla de buenos modos, pero de forma implacable. Hasta que llegó a esta oficina, le echó un vistazo a su jefe maduro, y no tuvo dudas de que ahí se quedaría. Al fin, el tío era un hombre, y ella una tia buena que no dudaba en abrirse de piernas y dejar que la follaran con tal de trabajar. Y oye, no es que le importara que le follaran el culo después del coño…